viernes, 8 de abril de 2011

EL ARTE DE SUFRIR

Toda persona tiene una habilidad que la puede transformar en un arte. Así pues podemos hablar del arte de cocinar, el arte de coser… Pero también hay un arte, a veces muy sutil y a veces más evidente en el que nos hemos especializado: el arte de sufrir.
Así pues, en conversaciones, programas de televisión y en un sin fin de ocasiones, la gente se regocija en lo que ha sufrido. Las personas describen con lujo de detalle aquellas situaciones pasadas que representaron un sufrimiento lacerante. Y hasta da la impresión que escondido hay un afán de competir a ver cuál persona destaca por encima de las demás en el arte de sufrir. Y la expectativa parecería centrarse en lo que falta por sufrir.
Hemos hecho del sufrimiento la atmósfera habitual desde donde nos relacionamos, tomamos decisiones, interpretamos nuestra vida. O sea que el sufrir se ha hecho habitual. El esfuerzo se ha enfocado, en vez de evitar el sufrimiento, en sufrir más y mejor.
Evidentemente que tal actitud es enfermiza. Tomamos decisiones equivocadas. Porque de esa manera logramos ser el centro del huracán del sufrimiento. De esa manera nos cercioramos de ser protagonistas de lo lúgubre y triste que puede ser la vida.
Nos relacionamos con personas de manera nociva. Son relaciones tóxicas. Hay escalada de violencia, palabras hirientes, que en vez de llenar de amor, lo vacían.
Y es que en nuestras mentes hemos hecho la siguiente obligada ecuación: amor=sufrimiento. Sufro, por lo tanto amo. Y en estas relaciones tóxicas las personas se van enfermando en un círculo vicioso sin que aparezca  el verdadero amor. Pero preferimos ese sufrimiento inútil y vacío ante la realidad de que no hemos optado por lo más conveniente: por la vida, por ser feliz.
Así quizás escojo un mundo afectivo y social que me daña, que me hiere, que me ahoga, pero que no soy capaz de dejar ir, porque al fin y al cabo de alguna manera puedo creer o engañarme pensando o sintiendo que este es mi destino.
Y, por supuesto, sufro humillaciones, destruyo mi imagen y pongo por el piso mi autoestima. Poniéndome en este tipo de situaciones, difícilmente sentiré el aplomo interno para enfrentar aquellas cosas que sí debería enfrentar.
Este proceso de sufrimiento crea un círculo vicioso. Cada sufrimiento refuerza la idea que la vida está hecha para sufrir. De esta manera se va creando una personalidad masoquista. Busca el sufrimiento y el sufrimiento refuerza el patrón de que la vida es así.
Por detrás de este comportamiento ante el mundo la persona tiene una coartada perfecta, para excusar errores, fallas y defectos: es una víctima de la vida, la sociedad y los demás.
No me pidas nada, se dice, porque yo en la vida ya he sufrido bastante y todavía no termino. Se puede culpar a los demás de la propia desgracia o, sino, se puede infringir culpas a aquellos que osen cuestionar cualquier aspecto de mi pobre y sufrida vida.
Lo que no se dice, y ahí está la trampa, es que yo soy el causante de mi sufrimiento, en muchos casos. Me lo he buscado, de manera consciente. Soy, por decirlo así, el autor intelectual de mi propio sufrimiento. La víctima y el victimario coinciden en la misma persona: esa persona soy yo.
La pregunta final que habría que formular es qué hacer ¿Cómo se rompe este comportamiento que está enquistado en la mente de manera perniciosa?
Lo primero y más sencillo es asumir la propia vida: la vida es mía, depende de mí y no puedo repartir culpas en los demás.
Las personas con las que me relaciono, lo decido yo. Si una relación no va por buen camino, no tiene por que ser la otra persona quien le ponga final, puedo ser yo misma.
Las elecciones de estudio, trabajo, pasatiempos, amigos, participación en actividades formativas o culturales, todas ellas dependen al final de mí.
Nadie puede insistir y convencerme de hacer algo que sea dañino para mí. Al final las decisiones son mías y solo si asumo y me apropio de mi vida, podré dirigirla hacia aquello que sea sano y me permita crecer.
La idealización del sufrimiento tiene mucho de infantil y dependiente, y muy poco de adulto.
Al arte de sufrir hay que contraponer el arte de crecer y madurar.
La vida se ha hecho para vivirla. No es que no exista sufrimiento, pero no tiene que ver nada con el sufrimiento que destruye, que inhibe el crecimiento y que no produce frutos. Las propias opciones, aún las más sublimes, pueden conllevar un sufrimiento añadido. No es que se opte por sufrir, sino que no se puede alcanzar la meta anhelada sin pasar por cierto sufrimiento. Alguien que ha optado por ser madre, aún en el mejor y más ideal de los casos, sabe que el proceso de crecimiento y corrección de los hijos conlleva sufrimiento.
Si a veces se ha idealizado el sufrimiento sobrellevado en el silencio, ha sido porque una persona madura entiende lo íntimo que es y la capacidad de hacer crecer en los auténticos valores, cuando debe enfrentarse.
La elección por dicho silencio no tiene que ver con actitudes soberbias. Solo que se evita la utilización de la misma para llamar la atención o atraer compasiones.
Y mucho menos para mal poner a los demás como causantes de lo que se vive, que bien vivido puede ser una oportunidad para ser mejor persona.
Para aquel que en una mirada interior hecha con sinceridad se reconozca entre los artistas del sufrimiento, y quiera reorientar el rumbo de su vida, debe desmontar estructuras diversas, que incluye los pensamientos, palabras, expresiones, gestos, tonos de voz, miradas… Porque para estas personas el sufrimiento es un arte, ellos son los artistas del sufrimiento: personi- ficaciones y escenarios forman parte del acto que, como todo acto, solo trasciende hasta el momento en que baje el telón en el acto final.
El arte de sufrir desaparece cuando nos aventuramos a vivir de manera realista y sin antifaces, reconociendo que habrá mareas altas y mareas bajas, pero que yo, y solo yo, estoy al mando de la embarcación.
El arte de sufrir: el arte de evadir la vida misma.

2 comentarios:

  1. es como dificil para mi comentar sobre este articulo pues en mi caso no se si mi sufrir es por mi o por si ajjajajajajajaj. pero igual haber creo que hay personas que pasan quejandose y sufriendo para llamar la tencion , esas personas pues claro que se pierden lo mejor de la vida el ver el sol, oler ,ver, el atardecer una flor ,el agua. pienso tambien que depende de cada persona pues se dan muchos tipos de sufrimientos. jesucristo sufrio por nosotros mas aun asi no desmayo y nos dejo su amor como ejemplo a seguir, penso tambien que desde la posicion que me encuentro ahora no sabria diferenciar una cosa de la otra por eso mi comentario podria ser hueco no de lo mas profundo de mi. SALUDOS

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  2. Palabras muy sabias, simplemente es una “DECISIÓN” de “asumir la propia vida: la vida es mía, depende de mí y no puedo repartir culpas en los demás” como dice en el artículo. Gracias-

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