viernes, 11 de marzo de 2011

EL ÁNGEL DE LA VANIDAD

Muchas veces la gente piensa en la vanidad como algo relacionado con la belleza  física. Pero ¿qué es en realidad la vanidad? ¿Hasta dónde trasciende?
Con todo, la vanidad viene generalmente representada por el espejo y la coquetería de una imagen femenina, que se refleja en él. Puede que como símbolo sea acertado. Pero solo como símbolo. La vanidad no se refiere únicamente a las mujeres, pues todo ser humano puede también ser vanidoso a su manera.
La palabra vanidad viene del latín vanitas, que está relacionado con vano, vacuos, que es vacío. Aunque no sea el sentido original, sirve tener una noción del término si nos acercamos a su uso en arquitectura: vano es un espacio vacío en las paredes, donde normalmente se puede colocar un adorno, como un busto, o una ventana. No tendría sentido que el espacio no se aprovechara, que no pudiese embellecerse la estructura como tampoco tendría sentido embellecerla a costa de hacer más frágiles los muros de la construcción.
Los antiguos eran capaces de descubrir nexos que relacionaban lo que pasaba en el mundo físico con el interior de las personas. Así vemos, antes que nada, que la vanidad indica vacío o vaciamiento. Una carencia de sentido, valor o significado; una especie de inexistencia, espejismo. El espejo no es reflejo-reflexión de la realidad (la palabra que da origen a reflexión y reflejo es la misma), sino que deforma lo que haya, si no es inventado, para engrandecer el ego. Pero este vacío (vanidad) debilita a la persona: al centrarse en algo insustancial, va paulatinamente perdiendo soporte y haciéndose más vulnerable. Quizás sea por esto que el debilitamiento debe ser compensado con el orgullo, la arrogancia.
Y es que en muchos casos se puede o se quiere confundir la belleza con la vanidad. No sólo la belleza física, sino todo aquello que pudiendo ser belleza interior o espiritual se pueda disfrazar de vanidad.
La imagen del ángel, hermoso y espiritual, quiere indicar una vanidad que va más allá de la corporeidad: por su autocomplacencia termina degradándose en renuncia de su esencia espiritual.
Y es que la vanidad no es un problema externo ni siquiera en los casos en los que existe un desmedido aprecio por los atributos físicos. Si así fuera, el remedio se obtendría por medio de la autoflagelación, mutilación o deformación. La vanidad siempre es un problema interior, espiritual en el sentido amplio de la palabra. Y enferma no solo de forma moral sino hasta psicológica. Es un aprecio desmedido o irreal tanto por la apariencia física como por otras tantas facetas como el prestigio, la fama, el estatus, la inteligencia, el éxito, el dinero… Es decir, todo aquello que supone un reconocimiento social que denote superioridad puede ser motivo para envanecerse.
Lo cual resulta de alta peligrosidad para quien enfrenta la vida desde el desafío de crecer. La atención centrada en el ego paraliza, se queda sin cimas que escalar, sin compromisos. Está demasiado ocupado en agasajarse a sí mismo. Pues suponiendo que está libre de la vanidad de la apariencia, deja colar otras formas de vanidad. Como alguna narración del mundo monacal ha indicado, un monje puede envanecerse hasta de su pobreza, del hábito raido, de su conocimiento sobre la Sagrada Escritura o de su capacidad de oración… Y un profesor podría hacerlo de su erudición, cosa que le incapacita para dedicarse al arte de enseñar. O un médico podría envanecerse de su pericia, perdiendo de vista el encuentro con el ser doliente…
La vanidad de cualquier tipo, se da en mi vida porque hay un vacío, porque el vacío se hace más profundo cuando decido ignorarlo y pienso que puedo compensarlo llenándolo de diversas cosas, status social, académico, o cualquier cosa que me haga creer que estoy en la cima del cielo cuando en realidad mi verdadero yo se va debilitando o derrumbando con el huracán de la vanidad.
La vanidad no me permite tomar decisiones correctas, la vanidad escoge erróneamente todo aquello que me pueda hacer sentir importante cuando en realidad estoy escogiendo toda la ruina de mi mundo interior. Y ¿por qué no? A veces también de mi mundo familiar, de mi entorno social y tristemente de mi mundo espiritual.
La vanidad es una obstrucción en la vista que me impide mirar en dirección hacia el horizonte y hacia el futuro, a causa de un ego inflado e inventado. Quizás porque es una cortina de humo irreal para sentirme a gusto conmigo misma… o porque escoge aspectos reales llevándolos a la exageración para esconder complejos, deficiencias y vergüenzas,
La vanidad, por otro lado, es desordenada. Va saltando de un lugar a otro, dando la apariencia de mucha ocupación, llevándome a lugares y situaciones distintas que me muestren a mi ego como muy ocupada por todo aquello, cuando en realidad lo que quiero es no mirar el vacío que hay dentro.
Pero ¿cómo entonces solucionar mi vanidad? Simple: descubro la humildad que no es otra cosa que mirarme internamente con honestidad, ni sumando ni restando, solo la verdad. Mi verdad, que puede ser miseria, pero que también puede ser, si opto por ello, plenitud.
Si mi vacío es el desamor, opto por amar. Si mi vacío es la carencia material, opto por los más necesitados. Si mi carencia es estatus social, vale la pena preguntarme “¿acaso ser plenamente humana no es suficientemente para mí?” Y así podría hacerme innumerables preguntas sobre mi vacío, pero también obtendría innumerables respuestas para no estar así.
No quiero ser como el ángel que por vanidad perdió su espiritualidad.
No quiero ser persona que pierda su humanidad.
Quiero ser lo que deseo ser alcanzando la plenitud de la verdad.

2 comentarios:

  1. Un articulo esplendido en el cual nos habla la palabra del señor, vanidad de vanidades lo que le acontece al pobre tambien le acontece al rico desde cualquier ambito(espiritual,socialeconomico etc)muy bueno para reflexionar sobre todo en estos tiempos que vivimos donde hay tanta miseria humana donde nos olvidamos de donde vinimos y hacia donde vamos. mil puntos doctora y siga publicando sus articulos que nos refrescan el alma.

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  2. Vanidad de vanidades, dijo el Predicador;vanidad de vanidades, todo es vanidad. (Eclesiastes 1:2).
    como determino la vanidad? si no conociera la vanidad, no distinguiría entre lo bello y lo feo, entre lo altivo y lo humilde, entre lo bueno y lo perverso. todo es vanidad!
    Es buena la vanidad? en ninguna manera!
    El filosofo Descartes en su discurso del metodo afirma una gran realidad, que todos estamos consebidos bajo un metodo de aprendisaje ya adquirido previamente y que esto lo aplicamos en nuestra existencia,y que deberiamos crear nuestro propio metodo de existencia que fuera unico de nosotros mismo, pero que tristemente nos predeterminan la existencia, por eso no dudó en decir su celebre frase " Primero pienso , luego Existo" y es allí donde la Vanidad interrumpe la famosa frase " primero vanidad, luego Vanidad" seria realmente interesante vivir sin vanidad
    " vanidad y palabra mentirosa aparta de mi; NO me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario" Proverbios 30:8

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